La educación superior se ha convertido en un requisito básico para conseguir un trabajo con un salario decente y  para entrar en la clase media.  A la misma vez, esta licenciatura se ha puesto tan cara que no está al alcance de muchos de los jóvenes en Estados Unidos. El costo de ir a una institución de estudios superiores ha aumentado de manera exponencial en los últimos veinte años, mientras que las políticas de ayuda económica han paulatinamente abandonado a los estudiantes con mayor necesidad económica. Como resultado, los estudiantes y sus familias ahora pagan—o piden prestado—mucho más para un título.

Este informe examina cómo la desinversión de los estados en la educación superior pública en las últimas dos décadas ha aumentado los costos a los estudiantes y sus familias. Esta desinversión ha sucedido al mismo tiempo que un número mayor de personas se ha matriculado en colegios o universidades. 

Este patrón de falta de inversión estatal y aumento en los costos no sólo amenaza el bienestar futuro de los estudiantes individuales, sino también el compromiso de nuestra nación hacia la igualdad de acceso a la educación superior sin importar el nivel socioeconómico de la persona.  Mientras que el aumento de los costos excluya a los estudiantes de bajos y moderados ingresos, la oportunidad a la educación superior será accesible solo a un sector reducido.

Las disminución en apoyo financiero también ponen en peligro el bienestar económico de los estados, ya que  el acceso limitado a la educación contribuye a bajas tasas de graduación, privando a los estados de la fuerza de trabajo con la preparación necesaria  para prosperar en la economía del siglo 21. En definitiva, la desinversión de los estados en la educación superior pública ha cobrado un alto precio en los individuos, sus familias y la sociedad en general, sobre todo durante la década del 2000, el período en que la considerable generación del Milenio cumplió la edad universitaria. Para revertir estas tendencias, los políticos y los administradores deben renovar su apoyo a la educación superior pública.

El estudio examina las tendencias en el tamaño y la composición de la población adulta joven y analiza los patrones de apoyo estatal para la educación superior pública en las últimas dos décadas. Patrones de  matriculación y ayuda financiera también se examinan y recomendaciones se presentan para renovar el compromiso de Estados Unidos hacia una clase media fuerte e incluyente a través de inversiones en la educación superior pública.

DATOS CLAVES DEL GRAN CAMBIO EN COSTO INCLUYEN:

TENDENCIAS DE LA POBLACIÓN MATRICULADA

  • En comparación con la generación que maduró en la década de 1990, la generación actual de adultos jóvenes es más grande en tamaño, mucho más diversa en términos raciales y étnicos, y más propensa a inscribirse en la universidad.

o   En 2010, Estados Unidos fue el hogar de 30,7 millones de adultos jóvenes entre las edades de 18 y 24, en comparación a 26,7 millones en 1990.

o   En 1990, el 71,7 por ciento de los adultos jóvenes eran de raza blanca, 13,5 por ciento eran afroamericanos, y 11,6 por ciento eran de origen hispano. Para el año 2010, las personas de origen hispano representaban el 20,1 por ciento de la población de adultos jóvenes, los afroamericanos 12,3 por ciento, y las personas blancas 57,2 por ciento.

  • Las instituciones públicas han jugado un papel importante en servir a un número creciente de estudiantes que buscan un título. Las instituciones públicas absorbieron 65,6 por ciento de los aumentos en personas matriculadas en instituciones de educación superior desde 1990.

INVERSIÓN ESTATAL EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR

  • El análisis de  datos financieros a partir de 1990 sugiere que un cambio estructural en el apoyo estatal a la educación superior está en marcha.

o   Si bien el gasto estatal en educación superior aumentó  $10,5 mil millones en términos absolutos de 1990 a 2010, en términos relativos los gastos estatales se redujeron. Financiación real por estudiante público descendió un 26,1 por ciento de 1990-1991 a 2009-2010.

o   Después de tomar en cuenta la inflación, los 50 estados en conjunto invirtieron $6.12 por cada $1,000 de ingreso personal en el año fiscal 2010-2011, por debajo de $8.75 en 1990-1991, a pesar de que el ingreso personal aumentó en un 66,2 por ciento durante este período.

  • En los últimos 20 años ha habido una ruptura en el modelo de financiación histórico durante las recesiones y expansiones económicas. La cantidad de tiempo para que la financiación de la educación superior se recupere después de cada recesión se ha prolongado desde 1979 y la evidencia preliminar indica que la recuperación de la Gran Recesión no será diferente.

PATRONES EN LA MATRÍCULA Y AYUDA FINANCIERA

  • A medida que el apoyo estatal se ha reducido, las instituciones han equilibrado las reducciones subiendo el precio de la matrícula. Entre 1990-1991 y 2009-2010, los precios publicados de matrícula y cuotas en universidades públicas de cuatro años subieron a más del doble, aumentando un 112,5 por ciento, después de ajustar por la inflación, mientras que el precio real de los colegios de dos años subió un 71 por ciento.
  • En muchos estados, los aumentos en la matrícula de los últimos 20 años han coincidido con la expansión en programas estatales de ayuda financiera.  Entre 1990-1991 y 2009-2010, la inversión agregada en los programas estatales de becas y préstamos creció el triple, llegando a $10,8 mil millones de $3,5 mil millones. Sin embargo, un porcentaje cada vez mayor de la ayuda financiera está basado en mérito, la cual se concede sin tener en cuenta las necesidades económicas de los estudiantes.

RETOS PARA LOS ESTUDIANTES, LAS FAMILIAS, Y LOS ESTADOS

  • El aumento constante de los precios de la universidad ha coincidido con el estancamiento de los ingresos de la mayoría de los hogares estadounidenses. La mediana en ingresos de hogares estadounidenses  en 2010 fue apenas  2,1 por ciento más que en 1990.
  • Para cerrar la brecha entre el costo y la ayuda financiera, cada vez más estudiantes están tomando prestado de los programas de préstamos federales y de fuentes privadas como los bancos. El volumen de deuda pendiente de pago de préstamos estudiantiles ha crecido por un factor de 4,5 desde 1999.

RECOMENDACIONES

Este informe demuestra que los estados han cambiado su relación con la educación superior pública.  Las políticas públicas de los próximos años van a determinar el grado en que las instituciones públicas de educación superior continuarán funcionando como un puente a la clase media para los adultos jóvenes, especialmente para aquellos de bajos y moderados ingresos. Los líderes públicos deben considerar las siguientes recomendaciones en sus decisiones sobre inversiones en la educación superior pública.

  • Los líderes estatales deben invertir más de la riqueza estatal en la educación superior, especialmente teniendo en cuenta el crecimiento en la matriculación de estudiantes—crecimiento que no va a disminuir en el corto plazo.
  • Los líderes estatales deben reformar el sistema fiscal para garantizar que la financiación de la educación superior no va a continuar siendo reducida en los presupuestos estatales.
  • Los líderes estatales deben dar prioridad a la financiación de las instituciones que educan a la mayor proporción de estudiantes en las decisiones de financiación. Del mismo modo, los líderes públicos deben reconocer el grado en que la población de estudiantes ha cambiado. Un alumnado diferente requiere diferentes tipos de servicios y apoyos.
  • Los líderes estatales deben reconocer que cualquier porcentaje específico de reducción del presupuesto estatal requiere subidas porcentuales mucho más grandes en la matrícula. Este aumento en la matrícula excluye a los estudiantes de bajos y moderados ingresos de la educación superior.
  • Los líderes estatales deben alinear las inversiones en la educación superior con el objetivo de graduación.
  • Los líderes estatales deben reorientar sus políticas de ayuda financiera hacia fórmulas basadas en la necesidad económica de los estudiantes.
  • Los líderes estatales deben guiar a los estudiantes hacia fuentes más baratas de la deuda, como el programa de préstamos estudiantiles federales.